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Prehistoria de Guayaquil

 

 

Cuando la tierra era joven y el hombre buscaba en ella nuevos horizontes, América se abría para él como una nueva posibilidad de supervivencia, en un mundo que por estar saliendo del período glacial se presentaba tremendamente hostil.

Durante miles de años, el hombre que llegó desde Asia cruzando el estrecho de Bering, debió luchar y recorrer extensas regiones congeladas en el hemisferio norte, donde arrancarle un fruto a la naturaleza era casi imposible y encontrar una presa de caza, sumamente difícil.

 

Otras migraciones, no más afortunadas, llegaron desde el sur cruzan- do el puente congelado que unía Asia, con Australia, la Antártida y América.  Estos,  se  establecieron en la región que hoy conocemos como la Patagonia.

 

Los hombres que cruzaron el es- trecho de Bering y venían desde el norte se enfrentaron con el gigantesco glaciar que cruzaba de este a oeste la gran planicie de Norteamérica. Milenios debieron pasar hasta que se formaran las primeras grietas en estos glaciares, y permitieran continuar al hombre primitivo en su incansable búsqueda de nuevos horizontes.

Un día...  hace 10.000 años... sin esperarlo y de manera súbita, en su peregrinar hacia el sur el hombre llegó a un lugar paradisíaco donde los árboles le ofrecían todo aquello que Dios había dispuesto, donde el canto de las aves se confundía con el murmullo de los ríos y con el so- nido de las olas del mar, estrellándose contra la roca cincelada desde tiempos de la creación.

 

Un lugar en el que no necesitó luchar más para sobrevivir, donde la caza era tan abundante que no debía esforzarse para obtener las más apetitosas presas y donde la riqueza del mar era tan generosa, que podía recoger a manos llenas sus frutos, día a día.

 

El mundo para él había cambiado... y decidió quedarse en la inmensa y rica cuenca del río Guayas...

 

Chorrera se ha impuesto en toda la región del litoral ecuatoriano, y de ella surgirá la reestructuración política y social de los grupos que integraron el período formativo (Valdivia, Machalilla y Chorrera), y aparecerán los señoríos basados en los parentescos y en la unificación de los clanes familiares, que al agruparse en diferentes organizaciones desarrollarán características propias, reflejadas en distintos elementos como las técnicas decorativas, los vestidos y ornamentos, la cerámica en sus nuevas formas y, principal- mente, en la metalurgia, que hace su aparición en este período.

Los hombres han llegado a un grado superior de evolución, y sus costumbres y forma de vida han ido perfeccionándose.

 

Durante todo este tiempo -desde el desarrollo de los valdivianos, hasta  la  cumbre  de  los  hombres de Chorrera- obligados por las circunstancias geográficas y climáticas lógicas, los pueblos establecidos tanto en México como en el Perú, se  han  unido  para  formar  gran- des imperios -Azteca e Inca- que lograron desarrollarse de manera extraordinaria hasta alcanzar una organización social casi perfecta; mientras tanto, en estas regiones de la cuenca del Guayas, debido a la feracidad y generosidad de la tierra los pueblos prefirieron mantenerse separados unos de otros, disfrutando las comodidades que les brindaba el medio.

El desarrollo de las culturas del período regional es paralelamente horizontal entre todas y cada una de ellas, y por esta razón, ninguna logra destacarse de las demás. Indudablemente existían diferencias, pero eso no las hizo ni mejores ni peores entre sí. En este punto es preciso destacar un detalle muy importante: Todas se desarrollaron entre los años 500 a.C y 500 d.C.

 

Cuatro son las culturas que florecieron en el corazón de la región de Guayaquil: la primera, bautizada con el nombre de Guangala, se extendió en un área de difusión mucho más amplia que la segunda, llamada por sus descubridores Guayaquil. Una tercera, conocida con el nombre de Daule-Tejar, tiene también una amplia cobertura geográfica en la región, habiéndose encontrado piezas de esta cultura incluso cerca de la actual población de Santo Domingo de los Colorados; finalmente aparece la conocida como Jambelí, que se desarrolló a orillas del mar, en la zona del estuario del golfo, hasta la provincia de El Oro.

Más hacia el norte se asentaron las culturas Bahía y Jama-Coaque, que no por estar más alejadas deja- ron de integrar el conjunto cultural que formó el período de Desarrollo Regional en la cuenca hidrográfica del Guayas.

 

Entre todas ellas se destaca la cultura Bahía por la virtuosidad demostrada en el manejo de la cerámica, así como por sus innovaciones tanto formales como técnicas. En “Bahía” se continuará fabricando las afamadas botellas “silvato”, creadas por “Chorrera”, así como las decoraciones hechas a base de incisiones en superficies no pulidas, con un efecto visual extraordinario.

La metalurgia adquirió también un relieve desconocido hasta ese entonces. El manejo del oro, y la vida ceremonial, así como las costumbres religiosas de esta cultura fueron de una riqueza incomparable.

 

En cuanto a Jama-Coaque, el mayor aporte realizado por ella lo constituye la prolífera producción de sellos y “pintaderas” que fueron utilizados tanto para el estampado de tejidos como para realizar pintura corporal o tatuajes.

 

Guangala, Daule-Tejar y Guayaquil vinculada esta última a la cultura Bahía- florecieron justa- mente en la zona comprendida entre la latitud que ocupa la isla de La Plata y el norte del golfo de Guayaquil; en la región que cruza la cordillera de Chongón- Colonche, y cuyo verde exuberante producto de las aguas de los tributarios de Guayas, formó para ellas un nicho natural que cubrió todas sus necesidades.

 

De las culturas que convivieron en la misma época y casi en la misma zona, Guangala cubrió una mayor extensión territorial: Esta se diferencia de las otras por haber logra- do un desarrollo cerámico muy peculiar dentro del cual se destacan los platos polípodos y las decoraciones policromáticas delos mismos.

 

Los vasos esferoides, típicos de esta cultura, poseen patas al igual que los platos anteriormente mencionados; los figurines son encontrados   en gran número y tienen una connotación eminentemente religiosa.

 

Es preciso anotar que el hombre “Guangala” desarrolló una importante actividad productiva y mantuvo relaciones comerciales no solo con los pueblos vecinos sino con otros tan distantes como los de la región amazónica.

La más austral de las culturas de este período, se estableció y desarrolló en la región suroeste del golfo de Guayaquil, y fue bautizada por sus descubridores con el nombre de Jambelí.

La conjunción de los pueblos que conformaron la cultura Jambelí se caracterizó por compartir algunas de las costumbres de las naciones vecinas, diferenciándose básica- mente en la especial y delicada elaboración  de  la  cerámica,  a  la que le dieron características estilizadas muy propias de ellos.

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